Por Mónica Salvatierra de NutriWhite en Inspirulina el 6/2/2016:
En NutriWhite recomendamos el consumo de productos lácteos que provienen de la leche de búfala, cabra y oveja a las personas que no sean intolerantes o les cause inflamación. La razón es porque estos animales producen leche tipo A2, parecida a la leche materna en su composición y no causan inflamación como la leche de vaca.
La composición de la leche varía según cada animal. Algunas contienen más sólidos, otras más proteína, y otras más grasa. Según la Organización de Comida y Agrigultura de las Naciones Unidas (FAO) por sus siglas en inglés, comparándola con la leche de vaca, la leche de búfala tiene el doble de grasa.
Al ser la leche de búfala más grasosa, muchas personas temen subir de peso al reemplazar ésta por la leche vacuna. Este miedo es entendible. Llevamos años escuchando que las grasas, y en especial las saturadas que están presentes en los lácteos, son nuestras enemigas porque nos engordan y causan problemas con el corazón. Sin embargo, hoy en día hemos podido comprobar que las grasas buenas no nos engordan, y hasta ahora, después de numerosos estudios, no se ha podido comprobar que la grasa saturada causa enfermedad. Según un estudio de Pubmed, los lácteos altos en grasa no sólo no contribuyen a la obesidad, enfermedad cardiovascular o síndrome metabólico, sino que puede que nos protejan de padecer de ésta.
A raíz de las antiguas recomendaciones de las autoridades en el sector de salud, hemos dejado de consumir grasas buenas que son esenciales para el funcionamiento correcto de nuestro organismo. Las consecuencias que esto ha desencadenado son extensas y todavía no sabemos con exactitud lo lejos que llegan. Vemos en un estudio como una dieta alta en carbohidratos, en particular refinados, y baja en grasa, altera los niveles de lípidos en nuestra sangre y sube el riesgo de obesidad y resistencia a la insulina.
Dicho todo esto, debemos reconsiderar nuestra posición ante las grasas buenas y perder el miedo de consumirlas con moderación!. Al consumir lácteos enteros tipo A2 como la leche y quesos de búfala, podremos disfrutar de los beneficios nutricionales como el calcio, potasio, y vitaminas A y D que estos nos aportan, mientras reducimos sustancialmente los riesgos a los que estamos constantemente expuestos al consumir leche vacuna.
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