Por Itziar Franco Ortiz
El miedo funciona como una alarma que nos evita correr riesgos
innecesarios. Los niños que no tienen miedo de nada
cruzan la calle sin mirar, se cuelgan de cualquier sitio sin evaluar el peligro
que comporta, se separan de los padres sin temor a perderse, se atreven con
todo sin saber si están preparados, llegando a poner en peligro su propia vida
o la de los demás. Un niño sin miedo es un peligro. Pero hay pocos niños que no
tienen miedo y muchos más que sufren exceso de miedo.
Hacia los cuatro años la mayoría de los niños tienen miedo de la
oscuridad, de separase de sus padres, de la sangre, las enfermedades y
sobretodo de los seres imaginarios y de las personas disfrazadas: su explosiva imaginación llena el mundo de brujas, monstruos,
princesas, dragones, espadachines y piratas. Es una etapa muy buena para
utilizar los cuentos como ayuda para superar los miedos, aunque haya gente que
utilice esta información precisamente para lo contrario, para crear miedos.
Que viene el coco o el mal uso del miedo
Los niños, como cualquier persona,
evitan acercarse a aquellas situaciones que les dan miedo. Su imaginación es,
durante esta edad, una máquina muy potente. Por eso es tan efectivo utilizar el
miedo para evitar una conducta que no se desea.Nuestro hijo, bajo la amenaza
del coco, el cuarto oscuro, el hombre del saco o la bruja pirula, se comportará
como un santo. Pero ¿sabemos realmente lo que estamos haciendo? Muchos
padres utilizan la técnica de "meter miedo" para que sus hijos se comporten
de una determinada manera. Pero es muy diferente explicar que hay cosas
peligrosas que no deben hacerse, que utilizar y crear miedos para controlar la
conducta de los hijos a lo que los padres desean. Y eso no está bien. El recurso al miedo para controlar el comportamiento
infantil es una práctica educativa muy inadecuada y peligrosa. Funciona al momento, pero a largo plazo puede
desarrollar problemas muy serios: fobias, ansiedad y angustia que pueden no
superarse nunca. De la misma manera, los castigos no pueden ser generadores de
miedos. Nunca debemos castigar a nuestro hijo haciéndole pasar un mal rato como
el de enfrentarle a algo que le dé miedo.