Por Alicia Núñez, 28/11/2012
Se acerca la Navidad, el Fin de Año, en Venezuela estas fechas se viven con mucha alegría, tanta que raya en la euforia. Pero, ¿qué hay detrás de esta celebración tan intensa?
Claro que celebramos estar juntos, nuestros logros personales, familiares, económicos, celebramos contagiados por las costumbres venezolanas (recuerden que no es igual en otras culturas). Nos pagan los aguinaldos, eso nos hace estar “buchones”, tiramos la casa por la ventana, nos sentimos poderosos para comprar lo que deseemos, aunque sea una vez al año. Además, aquí somos especialmente musicales, nos gusta la parranda, la fiesta, el bochinche, las gaitas, la rumba, en fin todo lo que suene a gozadera. Pero en la Navidad, en el fin de año se mueven otras emociones.
Se cierran ciclos, lo que implica, pasar por un proceso de duelo, hacer un balance de lo que se logró y lo que no. Esto último es a lo que menos dedicamos nuestras energías. Pero ¿cómo soñar con nuevas metas, visualizarlas, hacer mapas de tesoros y demás menudencias, si no has dedicado parte de tus energías a despedirte de quienes no están, a sentir la tristeza de lo no logrado, a cerrar relaciones de pareja que han concluido?
Es casi imposible.
Pero, nuestra cultura intenta “darle un mateo” al dolor, a la tristeza que implica cerrar esas experiencias, le damos un “mateo” a aprender de ellas. Muchas veces utilizamos la rumba para negar esos sentimientos. No nos permitimos llorar, sentir. Y esa prohibición de las lágrimas se ve en muchísimas expresiones: “No llores chica que estamos en Navidad”, “Ya empezó fulanita con la lloradera ya eso pasó mi amor, tu papá está en el cielo”.
Es así como usamos el alcohol, manejamos con imprudencia, nos quemamos con traqui-traquis (fuegos artificiales), todo para seguir celebrando en nuestras fiestas. Para convencernos que el futuro será mejor, así no hayamos aprendido el mensaje que la Vida intenta repetirnos en diversidad de ámbitos y relaciones.
No es posible cosechar, sin limpiar la tierra, sembrar y cultivar, no es posible llegar al verano sin pasar por el invierno oscuro. La risa y el llanto tienen un balance, quisiéramos reír mas de lo que lloramos, pero realmente siempre estas emociones buscan el equilibrio, y sentirlas nos conducen a nuestro verdadero equilibrio.
http://espacioemocional.wordpress.com/2012/11/28/que-hay-detras-de-la-euforia-navidena/
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