domingo, 28 de agosto de 2016

El buen corazón también se premia en las Olimpiadas


Por Clarín el 18/08/2016. 



La atleta neozelandesa Nikki Hamblin y la estadounidense Abbey D'Agostino iniciaron en Río la que puede ser una amistad para toda la vida, forjada en el dolor y la desgracia compartidos sobre la pista en las series olímpicas de 5.000 metros. Y, además, dejaron un gesto deportivo ejemplar en estos Juegos Olímpicos. 
Todo comenzó por una equivocación: Hamblin pisó el borde interior de la pista, se desequilibró e inesperadamente para sus rivales se fue al piso. D'Agostino, que corría detrás, no pudo evitarla, se tropezó y también cayó. Después de unos segundos retorciéndose de dolor sobre la pista, el instinto de solidaridad surgió de lo más profundo de sus corazones. La estadounidense ayudó a su rival a incorporarse y la abrazó, antes de continuar con la carrera.

Al llegar a la meta, Hamblin fue a encontrarse con D'Agostino, que debió ser retirada en silla de ruedas. Fueron, claro, las últimas en llegar: la neozelandesa lo hizo en el decimoquinto lugar con 16:43.61, minuto y medio después que la ganadora, la etíope Almaz Ayana, plusmarquista y campeona olímpica de 10.000, y D'Agostino a continuación, con 17:10.02.
La emotiva escena, repetida en la pantalla del estadio, movió el corazón de los jueces, que resolvieron recalificar a las dos atletas, que volverán a verse las caras el viernes en la final, si es que están recuperadas de sus lesiones. 

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