sábado, 6 de agosto de 2016

Más de un Diablo Danzante en Venezuela

Por el Ministerio del Poder Popular para el Turismo 

Los Diablos Danzantes de Corpus Christi constituyen una de las tradiciones centenarias más trascendentales de Venezuela, cuyo origen se remonta al siglo XVIII, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 6 de diciembre de 2012, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Esta manifestación se vive en 11 poblaciones del país en las que el turista que desee vivir esta tradición tendrá la oportunidad de disfrutar de una de las festividades religiosas más importante de Venezuela.
Cada una de las cofradías se caracteriza por tener un estilo en particular, dependiendo de la región a la que pertenezcan, en el que se destaca el uso de trajes coloridos e instrumentos de percusión como las maracas y el tambor.

Diablos Danzantes de Yare, en Miranda



Esta cofradía se caracteriza por vestirse completamente de rojo. Cuenta la leyenda que la tradición inició en el año 1749, luego de una gran sequía que afectó el Valle de Yare, donde fieles hicieron promesas al Santísimo Sacramento para que llegara la lluvia al lugar; desde ese entonces los promeseros salen cada año sin interrupción.
La estructura jerárquica de la cofradía de Yare está definida por el tamaño de las máscaras y el número de cachos que poseen. El primer capataz es el diablo más antiguo y la máxima autoridad, y posee cuatro cachos en su máscara. El segundo capataz tiene tres cachos en su máscara y organiza el desarrollo del baile. El arreador usa máscara de tres cuernos y un mandador, este impone respeto y disciplina. Los diablos son los demás integrantes, usan dos cuernos en las máscaras y se les llama rasos. La única mujer (sayona) utiliza una máscara de tres cachos y su función es dirigir a los nuevos participantes.
Quienes vayan a San Francisco de Yare, para vivir esta experiencia religiosa, podrán tener la oportunidad de conocer la sede de la Cofradía del Santísimo Sacramento de los Diablos Danzantes de Yare y la plaza que lleva el mismo nombre. Adicionalmente, propios y visitantes podrán aprovechar la ocasión para degustar los distintos productos típicos de la región, como conservas, besos de coco y el tan refrescante papelón con limón, así como apreciar exposiciones artesanales.


Diablos Danzantes de Naiguatá, en Vargas


Enclavada en las costas del estado Vargas, la cofradía de los Diablos Danzantes de Naiguatá tiene su origen en el siglo XVIII, cuando españoles trajeron a esclavos del Congo, África, surgiendo así esta manifestación religiosa producto del mestizaje racial y cultural.
Durante la celebración las calles de Naiguatá se adornan con múltiples colores que cubren al danzante o promesero de pies a cabeza. Las máscaras de esta cofradía representan en su mayoría a animales marinos, que van danzando al ritmo de “la caja”, que sustituye al tambor en el recorrido por la población.
En su viaje por este acogedor pueblito, con una diversidad cultural inigualable, propios y visitantes podrán disfrutar del inmenso mar Caribe por todo el borde de la carretera, las ricas playas varguenses o recorrer las inmensas montañas que rodean a Naiguatá.

Diablos Danzantes de Ocumare de la Costa, en Aragua


En Ocumare de la Costa, donde el tambor suena hasta las raíces y donde la sangre africana se lleva en las venas, los turistas no faltan cada año para celebrar con los Diablos Danzantes de Venezuela un año más de tradición.
Se dice que esta cofradía data del año 1610 y particularmente baila dos días en la semana de Corpus Christi.
Esta cofradía no permite que las mujeres bailen, sin embargo ellas participan ayudando en la confección de los trajes, la comida, los altares, llevan agua para la hidratación de los asistentes y cuidan a los niños. El traje es parte de la ofrenda que se ofrece al Santísimo Sacramento y debe ser nuevo cada año, si no el promesero no puede bailar. Las máscaras se hacen al gusto de cada uno y tienen caras de animales. Lo importante es que cada traje lleve una cruz de tela bordada y una de palma bendita, para proteger a los danzantes.
La jerarquía está en el rejo y se reconoce por los nudos. El mandador o rejo del capataz mayor tiene cuatro nudos, cada uno tiene una oración y hay un tiempo que se vela para bendecirlo. Además, sirve para enseñar a los diablos que no hacen las cosas bien y para echárselo a las personas que se atraviesan durante el baile. Durante la danza es común que algunos animales –como perros o gatos– se acerquen, por lo que los perreros los ahuyentan porque no saben si es el maligno.

Diablos Danzantes de Chuao, en Aragua

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Los turistas que asisten a la festividad de los Diablos Danzantes de Chuao quedan prendados de este pueblo con raíces milenarias.
La cofradía de Chuao tiene más de 300 años, pero se desconoce su fecha exacta de inicio; su vestimenta es multicolor y las máscaras se realizan usando los colores negro, blanco y rojo, además llevan enlazado entre los cachos una cinta tricolor. La danza va a acompañada del repique del tambor, el mismo carga atado un cordón de plumas de zamuro llamado chirriador, que produce una vibración mayor y acompaña al cuatro.
En esta cofradía las mujeres no pueden bailar, sólo participan ayudando en la confección de los trajes y bendiciendo a los diablos con ramazos y agua bendita.
La jerarquización se pone de manifiesto en lo largo del bigote o barba de la máscara: el primer capitán tiene un bigote largo con una gran barba, el segundo lo usa más corto y el tercero más corto aún. Existen tres capitanes, un capataz y la sayona, que es un hombre vestido de mujer y representa la madre guía de los diablos principiantes.
Aprovecha los días de celebración de los diablos danzantes y acércate a conocer el mejor cacao del mundo y disfruta de las magníficas playas de Chuao.

Diablos Danzantes de Turiamo, en Aragua

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Con sus arenas blancas y sus cálidas aguas, la localidad de Turiamo es una ventana abierta al turismo, ya que los visitantes –antes o después de presenciar el enfrentamiento entre el bien y el mal– suelen zambullirse en la playa, uno de los principales atractivos con los que cuenta esta imponente región del Caribe Venezolano Central.
Se dice que la cofradía de Turiamo son los diablos exiliados. Su tradición de espantar al demonio data de siglo XVIII, pero en 1957 fueron sacados de sus tierras durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, para la instalación de una base naval. Desde entonces bailan en los sectores 23 de Enero, El Recurso y La Coromoto de Maracay.
Sus trajes son realizados de colores muy llamativos, llevan máscaras de cartón y alambres con velos, para soportar el calor de la ciudad. Al atuendo le agregan una especie de látigo de cuero con un palo de madera, conocido como “el mandador”. Su danza va al ritmo de los cuatros y las maracas.

Diablos Danzantes de Cuyagua, en Aragua

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Cerca de la exótica costa de Cuyagua, la celebración de los diablos danzantes data de 1773. Los turistas que decidan visitar esta tierra con olor a mar podrán deleitar su paladar con los más sublimes platos típicos de la región.
Esta cofradía, al igual que las otras, sólo permite que las mujeres ayuden en la confección de los trajes. Además, tiene la particularidad de permitirles a los danzantes decidir cómo vestirse cada año.
La jerarquía de esta cofradía se clasifica en perreros, capataces y diablos. Los primeros son los más viejos en el grupo y van sin traje el día de la celebración ya que son un tipo de acompañantes sagrados. Les sigue el segundo y tercer perrero, quienes cuentan a los diablos antes de salir y ofrecen el servicio de guía durante el recorrido por el pueblo. La jerarquía cierra con los diablos, quienes adoran al Santísimo Sacramento al son del baile y promueven el respeto a las personas mayores, a las jerarquías y al trabajo en conjunto.

Diablos Danzantes de Cata, en Aragua

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Ubicados en una de las regiones costeras más importantes de la entidad por la gran afluencia de turistas que recibe, los Diablos Danzantes de Cata se remontan a principios del siglo XVIII. Estos diablos danzan dos veces al año, el jueves de Corpus Christi y un día festivo que escogen entre todos. Al igual que en las cofradías anteriores, las mujeres no participan en el baile.
Sus máscaras están fabricadas con tela metálica, con los ojos, nariz y boca pegados a la tela; llevan cintas multicolores en sus cachos y usan capas largas de color. El traje puede ser floreado o estampado. Usan maracas y cencerros para acompañar la música, llevar el ritmo del baile y anunciar la llegada de los diablos.
Todo aquel que visita la Bahía de Cata aprovecha la ocasión para relajarse en uno de los paraísos de la costa central de Venezuela.

Diablos Danzantes de Patanemo, en Carabobo

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La Bahía de Patanemo ofrece, tanto a visitantes como locales, blancas arenas y aguas azul turquesa de belleza inigualable. Este territorio del país alberga una de las cofradías de los Diablos Danzantes de Venezuela más antiguas, ya que su origen se remonta a 1721. Esta sociedad en particular se da un baño de purificación en el río “El paso de Belén”, como parte del ritual de los diablos danzantes.
Esta cofradía en específico realiza las máscaras dos meses antes del día de Corpus Christi, en ellas recrean animales como peces, perros, cochinos, pericos y dragones; las mismas son hechas a base de cartón con engrudo y se deben renovar cada año.
Los trajes son de rayón estampado o satén, pero antes de usarlos deben ser santiguados por el capataz; las mujeres se visten con batas de colores, no usan máscaras, a veces bailan y a veces colaboran con el cuidado de los niños durante la danza. Utilizan el cuatro con las cuerdas volteadas y la danza es acompañada por unas maracas y por campanas o cencerros.

Diablos Danzantes de San Millán, en Carabobo

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Ubicada en el área centro-norte costera del país, la población de San Millán, en el estado Carabobo, celebra año a año una de las manifestaciones de mayor arraigo cultural en Venezuela.
Los Diablos Danzantes de San Millán se originan en el año de 1827, aunque es desde el año de 1973 que se rescató la tradición. Esta cofradía se organiza por tres capataces que, aunque ofrecen el servicio de guía espiritual, no tienen distinción entre los otros diablos.
Los hombres que deseen ser parte de esta cofradía deben cumplir con tres requisitos: tener más de 10 años, estar bautizado y bailar sin interrupción durante siete años.
Su vestuario es sumamente colorido y las máscaras están hechas con alambre moldeable, papel periódico y cintas de colores. Las mujeres acompañan a estos danzantes y los apoyan con agua, chocolate o si el traje se daña. Durante las danzas van al ritmo del cuatro y bailan también el caracol o juego en círculo.
Esta cofradía no tiene jerarquías, sólo eligen a los capataces por años de dedicación o trayectoria.

Diablos Danzantes de Tinaquillo, en Cojedes

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Conocida como la Ciudad Industrial del estado Cojedes, la población de Tinaquillo se viste de fiesta al cumplirse el noveno jueves después del Jueves Santo y así darse paso a una de las manifestaciones culturales más importantes del país.
La tradición de los Diablos Danzantes de Tinaquillo data de 1907 y 1910. Esta sociedad se diferencia porque, además de danzar el jueves de Corpus Christi, dedica siete trochas o bailes dominicales consecutivos para honrar al Santísimo Sacramento.
La jerarquía de la cofradía cojedeña se divide en primer y segundo capataz. Además, incluye en su sistema la modalidad de “diablo suelo”, personaje al cual se le permite estar delante de la línea de mando del primer capataz.
El vestuario de esta cofradía se destaca por la dualidad del rojo y negro, que se complementan con camisa de flequillos y pantalones de satén. Las máscaras son elaboradas con tela metalizada y se caracterizan por tener rasgos humanos exagerados.

Diablos Danzantes de San Rafael de Orituco, en Guárico

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San Rafael de Orituco es una pintoresca población del estado Guárico, que muestra con orgullo la tradición llanera permitiéndole a sus visitantes disfrutar al máximo de la experiencia de vivir el llano adentro.
La fiesta de los Diablos Danzantes de San Rafael de Orituco se remonta a la época de la Colonia. Esta es la única cofradía donde se toca el cuatro y la tambora a la vez.
Los diablos usan trajes rojos y negros, con capas que los cubren desde los hombros hasta las rodillas. Las máscaras son gigantescas con trompas alargadas, de colores llamativos y apariencia maligna. La vestimenta está cruzada con el color rojo y el negro, para cuidarse del demonio.

Esta sociedad es particular por permitir la participación de las mujeres, la llaman “la diabla” y durante su baile coquetea con los otros diablos para sonsacarlos mientras suena la música. Aunque puede bailar más de una, no pueden ser más que los diablos; su traje es un vestido floreado de mangas largas y su máscara debe ser redonda.


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