sábado, 28 de enero de 2017

¿De dónde viene el zaperoco?

Por Diario Correo el 04/12/2010. 



Estaba pensando escribir la palabra Zaperoco con S, pues pensé que venía de sapo. Dado el aspecto físico de la dueña del nombrecito. Me puse a investigar un poquito y resulta que parece tener origen árabe, emparentada con Zape, expresión con la que se espanta a los perros o gatos. Es una palabra coloquial que hasta Gabo la usa en sus novelas. En Colombia significa escándalo: un evento que involucra ruido desorden y alegría.

Bueno pues, me quedo con el significado que se le endilga en Colombia. Ese se acerca íntimamente a lo que para los trasnochadores piuranos, de los setenta, queríamos expresar con el apelativo de Zaperoco. Ruido, desorden y alegría para conseguir un plato de comida, de madrugada y en plena calle.

Los que son de mi época y se vacilaban sanamente en el Tiburón, los Pinos o en cualquier fiesta familiar, con la enamorada de turno; si se la pasaron hasta las tres o cuatro de la mañana creo que muy bien podrán recordar a "La Zaperoco". Esa Señora que a partir de las siete de la noche tomaba posesión de un costado de la Avenida Sánchez Cerro, de "la vedera" como ella decía, mas o menos al frente de Transportes Chiclayo.

Esta señora, ya abuelita, tenía una energía admirable, parecía que ella hacía todo. Sus hijos que la acompañaban solo estaban atentos a sus órdenes, no atinaban a nada. Ella vendía café, sándwich y tacu- tacu con carne de chancho, preparados muy a su estilo. Bueno en la madrugada no tenías otra alternativa para matar el hambre, salvo ir al camal a comer mondonguito, recién sacado de la vaca, lo cual no era muy agradable.

A la Zaperoco llegaba toda clase de gente, desde los mas pitucos hasta los no tanto y los tampoco. Los que llegaban, casi siempre, estaban con varios aperitivos encima y lo que querían era saciar el apetito. La higiene parece que no interesaba mucho, espantaba al perro con un trapo, con ese mismo limpiaba la mesa y se lo ponía bajo la axila. De eso tomó nota mi amigo Virgilio Carozzi en una de esas noches de cordura.

Allí los borrachines no tenían un mal comportamiento, debido a que había damas acompañadas. Si hubo alguno que intento portarse mal, simplemente la Zaperoco no lo atendía, lo puteaba y al malcriado se le acababa el hambre y tenía que irse.

Nunca supe su nombre, tampoco interesaba mucho, dado a que ella aceptaba de buena gana que la llamara "Doña Zaperoco". Era muy respetuosa, sabía los nombres de todos sus clientes y tenía muy buena memoria para acordarse de los créditos que otorgaba, sin anotación alguna. "Los fialones" les decía. Ella pertenece a la tradición de Piura. 



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