"Es hacer que el humano entienda que no es dueño de la naturaleza, sino parte de ella".

MÁS QUE UN GUÍA 

Mi nombre es Adriana Pizzi, tengo 26 años, 4 meses y 17 días de vida y ya tengo arrugas de tanto sonreír. Soy sanantoñera, vegetariana, hija menor (pero no la consentida) de mi familia, tengo dos hermanos (Verónica y Gustavo), una mamá (Zaida) y un papá (Fabio). Tengo una familia extraordinaria, sé que soy increíblemente afortunada por tener un núcleo familiar tan especial. Mi infancia fue perfecta y lo sigue siendo (tengo mi Yo niño muy presente, tal vez por eso trabajo en un campamento jaja). Somos una familia muy unida y me siento muy orgullosa de tener unos padres y hermanos como los que tengo.

Me gradué de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, pero no soy abogado. Soy un humano apasionado por nuestro hogar: el planeta tierra, específicamente, su naturaleza. Quiero dedicarme al área ambiental y es eso lo que me encuentro haciendo actualmente. Trabajo en Provita una ONG venezolana que se dedica a la conservación del ambiente en su sentido mas amplio. Una de mis metas de vida es hacer que el humano entienda que no es dueño de la naturaleza, sino parte de ella. Mi mundo ideal: ver cómo la especie Homo sapiens y el resto de las especies conviven armoniosamente en la tierra (y entre Homo sapiens también).

Me encanta viajar, a donde sea. Más si son lugares nuevos y desconocidos. Viajar me estimula, es como el alimento de mi alegría, mi combustible. Me gusta aprender a través de las experiencias y personas, por lo que viajar me garantiza un aprendizaje continuo. Una de mis fortalezas es que siempre tiendo a encontrarle el lado positivo a las situaciones y las cosas malas, mi cerebro tiene la capacidad de suprimirlas (esto no se si es bueno o malo, pero es así). Tal vez eso es lo que me hace vivir tan tranquila en Venezuela, no siento miedo de estar acá. Tengo una conexión con Venezuela que aún no puedo explicar con palabras. Pequeños y simples detalles me alegran rápidamente el día: ver el Ávila despejado, encontrarme una pereza cruzando la terraza de mi casa, observar las guacamayas volando en pleno caos caraqueño. Como ven, soy fácil de complacer jaja.

Me considero una persona humilde, pero es inevitable no alardear el grupo de amigos que tengo. Como si ya no fuera lo suficientemente afortunada con la familia que me tocó, tuve la suerte de toparme en el transcurso de mi vida con personas excepcionales. Y esto en parte se lo debo al Campamento Terecay, mi segunda familia. Ahí encontré a varias de mis personas favoritas. Encontré a mi novio y a amigos que sé que serán para toda la vida. 

¿Qué me gusta? Me gustan los cuentos de niños, la naturaleza, reírme (aunque rompa unos cuantos tímpanos haciéndolo), bailar (aunque no tenga ritmo), me satisface ayudar y ver cuando otras personas ayudan.

¿Quien soy? Una afortunada terrícola.

Campamento Terecay 

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