"Siento la necesidad de devolver, sobre todo en Venezuela, todas las oportunidades que he tenido".

MÁS QUE UN GUÍA 

Me llamo Mani y algunos me dicen María Ignacia. Mis apellidos son Sierra y Ravelo. Mi papá y mis abuelos paternos son cubanos, pero aun no he ido. Mi mamá y toda su familia son venezolanos. Tengo 28 años y nací el 8/8/88 a las 8:08, en la habitación 818. Mi número preferido es el 3. Jaja, mentira, es el 8.

Mi familia es lo máximo. Tengo un hermano y una hermana mayores pero contemporáneos. Nuestra infancia fue perfecta. Mis papás son los más chéveres del mundo. Nuestra casa siempre se ha basado en la libertad responsable. Mis abuelos, mis tíos y primos eran y son muy cercanos. Los últimos son como hermanos, me encanta estar con ellos. 

Soy caraqueña. Estudié en Las Ovejitas, un kinder bellísimo en La Castellana. Luego en el San Ignacio de Loyola. Después me dediqué a Sociología en la UCAB. Y por último estoy en una Especialización en Organización de Empresas en la UCV que no he terminado. Además, tuve la oportunidad de irme de intercambio por la universidad durante 10 meses a las afueras de París. Me veo estudiando siempre, me gusta hacerlo.

Terecay para mi es de las mejores cosas que tengo. Es el lugar de encuentro con todos mis primos de sangre y adquiridos desde que tengo 6 años y hasta hoy. Terecay es felicidad, es crecimiento, es perder la pena, es divertirse con cosas sencillas, es reirse sin parar, es ser exactamente como uno es, es crear, es naturaleza. Terecay me gusta tanto que después de tener dos trabajos previos muy chéveres me decidí por dedicar mi tiempo y esfuerzo al Grupo Terecay, que está en construcción, e incluye al Campamento y a otros nuevos negocios que hagan cumplir nuestra misión: educar y recrear en contacto con la naturaleza para que más personas sean perseverantes, optimistas, entregadas, divertidas, inclusivas y armoniosas.

Me gusta hacer deporte en equipos, jugar juegos de mesa, ir al cine, y me gustan mis amigos. Me siento bien en Caracas, me gustan demasiado sus paisajes, su clima, sus distancias, y que aquí está la mayoría de mi familia. Me gusta estar en un lugar en donde entiendo todo: sus personas, sus expresiones corporales, sus sonidos, sus calles y atajos. Trato de no dejar de hacer nada de lo que me provoca hacer aquí por miedo. También me gusta estar en el llano. Me gusta la sencillez y los cambios que hacen mejorar. Soy motorizada a veces, cuando quiero cambiar la cola por felicidad. 

Como ven, he sido demasiado afortunada. Siento la necesidad de devolver, sobre todo en Venezuela, todas las oportunidades que he tenido dentro de una sociedad en donde la mayoría no las ha tenido. Lo que puedo hacer todos los días sin cansarme es dar bienestar a otros. Sé que soy parte de algo mucho más grande, y en mi ámbito inmediato me gusta entonces ser ciudadana, seguir las normas que nosotros mismos hemos acordado. 

En definitiva: soy Mani, soy afortunada y quiero dar bienestar.

Campamento Terecay

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