Por Agustín
Sequera 22/07/2014
Todas aquellas formas de energía que sean capaces de
sustituir a las tradicionales derivadas de la quema de los combustibles fósiles
(carbón, petróleo, gas) se denominan alternativas. Este concepto de alternativo
aún no está muy bien delimitado. Abarca energías que se obtienen de fuentes
naturales virtualmente inagotables por la cantidad de energía que posee o por
su capacidad de regenerarse.
Estas energías renovables o verdes incluyen la eólica,
geotérmica, hidroeléctrica, mareomotriz, solar, undimotriz, la biomasa y los
biocombustibles. Por otro lado también estaría incluida la energía nuclear,
aunque su definición como energía alternativa es discutible porque es finita,
genera residuos radioactivos y tiene alto riesgo de accidente nuclear.
Los combustibles fósiles has sido fuente de energía
desde la segunda mitad del siglo XVIII cuando se inicio la Revolución
Industrial en Gran Bretaña y que luego se extendió a Europa Occidental y
Estados Unidos. El uso indiscriminado de
estos combustibles fósiles es lo que ha generado el calentamiento global y su
consecuencia: el efecto invernadero.
El calentamiento global es un fenómeno de aumento de
la temperatura media global, de la atmósfera terrestre y de los océanos que
posiblemente alcanzó los niveles de la época medieval (particularmente cálida)
para excederlos a mediados del siglo XX.
El efecto invernadero se refiere a la absorción por parte de ciertos
gases atmosféricos (H2O, CO2 y O3) de la energía que el suelo emite luego de
ser calentada por la radiación solar.
Lo que muchos expertos tratan de cuadrar es reducir
los gases de efecto invernadero y aumentar el PIB (producto interno bruto) para
tener una economía saludable, siendo las energías renovables, piezas claves
para lograrlo. Según WWW (World Wildlife Fund) el sector energético es el
responsable de alrededor de las dos terceras partes de las emisiones de gases globales de efecto
invernadero y especialmente el carbón.
El reto para evitar los desastres naturales, es
mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 grados centígrados en
comparación a las temperaturas de las eras precedentes a la revolución
industrial. Para que esto sea así es necesario reducir las emisiones globales
de gases de efecto invernadero en los próximos cinco años, y al menos en un 80%
a nivel mundial para el año 2050 (en comparación a niveles de 1990).
Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), las
reservas conocidas de gas y petróleo caerá de un 40% a un 60% para el año 2030.
Pero el mundo desarrollado sigue necesitando cada vez más energía,
especialmente las economías emergentes como Brasil, India y China.
WWW afirma que, si todas las personas del mundo consumieran
petróleo al mismo ritmo que un habitante promedio de Estados Unidos, Singapur o
Arabia Saudita, las reservas probadas de petróleo se consumirían en menos de
diez años. Por este motivo las energías renovables (Hidroeléctrica, de biomasa,
eólica, fotováltica, geotérmica y solar) son la mejor opción.
La Unión Europea plantea una hoja de ruta para 2020 en
la que quiere reducir los gases un 20 o un 30% por debajo de los niveles de
1990 y utilizar fuentes de energía renovable para al menos el 20% del consumo
energético.
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