Por Karla Lara, 18/10/2013
¿Por qué juega el
niño?, ¿Por qué es tan importante el juego para su desarrollo? Piaget afirma
que “el juego infantil es una actividad cultural que desarrolla la
inteligencia”.
De manera positiva y
creativa algunos métodos de formación como la pedagogía Waldorf introducen el
juego en el mundo de la educación de los niños, reconociendo que el juego
desarrolla un papel determinante en su desarrollo intelectual, emocional y
físico, ya que de manera natural es a través del juego que el niño aprende y
desarrolla el control de su propio cuerpo y coordina sus movimientos, organiza
su pensamiento, explora y descubre el mundo que le rodea, descubre y reconoce
sus emociones y sentimientos y resuelve sus problemas, es con el juego que el
niño evoluciona como ser social y aprende a participar en su comunidad, además
de descubrir sus intereses y por lo tanto, aprende.
El juego implica además de movimiento, actividad mental continua que se
traduce en creación, imaginación, exploración y fantasía. Cuando el niño juega
y el juego es libre, desarrolla su capacidad de crear cosas, inventar
situaciones y buscar soluciones a diferentes problemas que se le presentan en
el juego. El juego en el ser humano (a cualquier edad) favorece el desarrollo
intelectual. Jugando el niño desarrolla habilidades para prestar atención a lo
que está haciendo, aprende a memorizar, a razonar, etc. A través del juego el
pensamiento se desarrolla hasta lograr ser conceptual, lógico y abstracto.
Así, el juego es una herramienta de aprendizaje mediante la cual el niño
desarrolla sus capacidades motoras y su participación en un grupo con otros
niños le permite observar, aprender y desarrollar no solo reglas básicas de
convivencia, sino también la relación y la cooperación con otros, la empatía,
la solidaridad, la pertenencia y el respeto hacía otros, los conceptos de
amistad, muchos valores y hasta su lenguaje.
Cuando el niño juega también imita y con ello desarrolla actitudes,
comportamientos y hábitos sociales, el niño que juega se comunica, es creativo,
imaginativo y se convierte en un ser que aprovecha el potencial de su
inteligencia.
Además de todo lo anterior, está en la naturaleza del niño sentirse
atraído y motivado por el juego, con lo cual, el aprendizaje se vuelve
divertido pero sobretodo interesante para el niño y tener la atención y la
curiosidad de un niño significa que existe una disposición voluntaria para
descubrir y aprender cosas nuevas sin que se tengan que imponer procesos de
intelectualización o estimulación en exceso.
Mediante el juego el niño descubre y aprende a su propio ritmo de
acuerdo con su proceso de madurez y va formando algunos rasgos de su
personalidad, mejora su coordinación motriz, su percepción sensorial y su
inteligencia emocional, siendo el juego un recurso que le permite reconocer sus
pensamientos y sentimientos, porque hablar de juego no significa darle juguetes
a un niño para entretenerlo o distraerlo, dejar jugar a un niño es permitirle
desarrollar esa capacidad creativa inherente a la infancia, significa dejarlo
ser a través del juego: en la escuela, en la casa, significa dejarlo estar en
espacios abiertos, mejor aún si puede estar en contacto con la naturaleza y con
otros niños, dejar jugar a un niño es crear un ambiente que fomente su
imaginación y ese ambiente debe ser libre, exento de tendencias ajenas que
controlan las ideas de un niño, el juego libre es aquel que diseña el propio
niño con su fantasía, con su imaginación y que no necesariamente implica
juguetes, sino materiales y objetos que le ofrezcan diferentes texturas, que
pertenezcan a la vida cotidiana o la naturaleza y que no sean peligrosos, jugar
implica la convivencia con otros niños y otros seres vivos como mascotas o
plantas.
Así el juego es un método de enseñanza y una forma de aprendizaje, en el
juego pueden participar y convivir niños con niños y niños con adultos, el
juego puede y debe integrarse en la vida cotidiana como una rutina porque es
una fuente de aprendizaje. Es importante tomar en cuenta que desde los 0 hasta
los 7 años los niños siguen desarrollando su cuerpo, sus órganos internos se
siguen configurando y la evolución de sus sentidos no se detiene y por el
contrario son el movimiento y el juego los que dan al niño conocimiento sobre
éstos, por eso determinante cuidar el ambiente de juego del niño: los colores,
sonidos, formas y texturas que lo rodean, porque se traducen en estímulos y
éstos tienen un impacto en su vida.
Jugar con los niños es fácil pero implica dedicación y compromiso,
porque los niños imitan y perciben el interés del adulto en lo que están
haciendo juntos, incorporar el juego puede hacerse con actividades diarias en
la casa, por ejemplo cuidando el jardín o las plantas interiores, o haciendo
tareas domésticas con la vigilancia de un adulto, como barrer, lavar trastes,
cocinar, hornear. El juego repetido da al niño seguridad y confianza, lo enseña
a perfeccionar algunas habilidades y a improvisar con sus ideas. Jugar debería
ser la actividad principal de todo niño para cuidar y desarrollar su salud
física y emocional, para garantizar un sano aprendizaje, jugar es un derecho
infantil y todos los adultos deberíamos de preocuparnos por hacer que se
respete y se cumpla. Un niño que juega, es un niño que piensa y es feliz.
Fuentes:
Piaget, Jean (1991):
“La formación del símbolo en el niño: imitación, juego y sueño.”
Imagen y representación.FCE, México, D.F.
Tomado de:
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