Por David Sanz, 03/10/2013
Los océanos del planeta tienen el
nivel más alto de acidez desde hace más de 300 millones de año. La causa son
las emisiones de dióxido de carbono procedentes de la quema de combustibles fósiles. El resultado puede ser una extinción masiva de especies clave, advierten los científicos.
Un estudio internacional que ha
analizado el estado de los océanos ha encontrado que la pesca excesiva y la contaminación también contribuyen a este empeoramiento ambiental de los océanos. A la
postre, dicha crisis afecta al ser humano, ya que miles de millones de personas
dependen de los recursos marinos para su alimentación y sustento.
Científicos del Programa
Internacional sobre el Estado de los Océanos (IPSO, por sus siglas en inglés)
señalan en su informe que la acidificación no tiene precedentes en la historia
conocida de la Tierra y que es territorio desconocido de cambios en el ecosistema marino.
La próxima extinción masiva ha comenzado
Alex Rogers, profesor de Biología
en la Universidad de Oxford, señala que los cambios se están produciendo mucho
más rápido de lo que se pensaba y va a ser una alteración mayor y más rápida.
En especial, los corales están en grave riesgo. El aumento de la acidez disuelve los esqueletos
de carbonato de calcio que forman la estructura de los arrecifes, mientras que
el aumento de la temperatura lleva a la decoloración en los corales, que
pierden las algas simbióticas de las que dependen para vivir.
El informe da un tirón de orejas a los Gobiernos, asegurando que no hacen lo suficiente para frenar las emisiones de
carbono y que, a causa de ello, muchos arrecifes del mundo desaparecerán.
Además, este proceso continuará durante décadas, pues hay un lapso de tiempo
entre el carbono que se emite y los efectos sobre los mares.
Los corales son vitales para la
salud de las pesquerías, ya que sirven como criaderos para los peces y especies más pequeñas, a su vez, son el alimento de los más
grandes.
Como sumideros de carbono y
porque absorben el calor de la atmósfera, los océanos han protegido a los seres
humanos del calentamiento global. Se ha frenado, en una palabra,
el ritmo del cambio climático en la tierra. Pero sus efectos sobre la vida
marina son muy graves y perdurarán en el tiempo.
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