Por Franca Trezza, 13/09/2013
Si deseas que tu hijo se establezca metas, primero hay que convencerlo de que las mismas le ayudarán a lograr sus objetivos.
¿Por dónde empezamos? Ayudándoles a visualizar un sueño, por ejemplo, si tu hijo sueña con ser médico y no le interesa estudiar historia, tal vez puedas convencerlo de la importancia de estudiar dicha materia, para obtener un mejor promedio que le permitirá el ingreso a la universidad que desea.
Si tu hijo se da cuenta de que lo que dices es cierto, se sentirá motivado a estudiar. Sin embargo, por lo general esto no funciona tan fácil, ya que a los jóvenes de hoy les agrada las metas a corto plazo, la rapidez, lo inmediato, no toleran la frustración, no logran postergar la satisfacción de una necesidad y no les agrada enfrentar proyectos de grandes dimensiones. En este caso, ¿qué hacemos?
Lo primero es disponer de un espacio para trabajar, estudiar y hacer tareas, que sea siempre el mismo lugar, con adecuada iluminación y ventilación.
Luego, dispón de una pizarra en el cuarto o agenda para saber exactamente toda la programación de la semana, en cuanto a exámenes, entregas de trabajos, proyectos, entre otros.
Posteriormente, es recomendable dividir una meta grande en metas a corto plazo, para así trabajar sobre cada una a la vez. Por ejemplo, si tu hijo no logra concluir una tarea escolar, hay que apoyar para que la divida en pequeñas tareas: si son 5 problemas, comencemos con uno, el más fácil, y así sucesivamente hasta concluir.
Habla con él constantemente sobre tu experiencia personal: cómo fue tu escolaridad, cómo lograbas aprobar las materias, cómo estudiabas, cómo ingresaste a la universidad, cómo conseguiste tu primer trabajo, cómo constituiste tu empresa, entre otros.
Si tu hijo tiene metas claras a alcanzar, facilitará el dirigir todos los esfuerzos a la consecución de la misma, y tú eres el modelo a seguir.
Luego enséñale a manejar la ansiedad, muchos jóvenes prefieren evadir las actividades por temor al fracaso o por la angustia que genera la misma. En este sentido, conviene regular la presión que debe aplicarse a sí mismo para que logre un rendimiento óptimo. ¿Cómo?, revisa sus actividades, siéntate con él para aclarar dudas y hazle sentir que te importa y que lo acompañas.
Muchos adultos piensan que cuando un hijo llega a bachillerato ya no los necesitan, y eso no es cierto, los menores precisan apoyo siempre. Brindárselo es el deber y la responsabilidad de los padres y representantes. ¡Les deseo un feliz año escolar!
http://www.espaciofamiliar.net/index.php/component/k2/item/1063-tus-hijos-tienen-suenos-ensenales-a-convertirlos-en-metas-a-alcanzar
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