Por Lara Alcaide
A pesar de que tener un hijo es una de las mejores
cosas que existen en el mundo, lo cierto es que desempeñar la labor de padres y
educarle es algo más complicado de lo que podemos pensar a simple vista. Y,
precisamente, resulta tan difícil porque tenemos que combinar el cariño con la
educación en valores, por mucho que nos cueste limitar e incluso regañar a
nuestros hijos.
Aquello que le inculquemos hoy en día a nuestro hijo,
será lo que permanecerá en su interior en su posterior vida adulta. En
contraposición, los límites que no les pongamos en su niñez serán imposibles de
interiorizar en su adolescencia, por lo que tenemos que comenzar desde el
principio a educar. ¿Quieres saber cómo? En este reportaje, te lo contamos.
Establecer
límites claros
Lo primero que debemos saber, a la hora de educar y
establecer límites a nuestros hijos, es que éstos deben ser muy claros. No podemos
dudar en lo que vayamos a enseñarles ni interponer límites que nosotros mismos
desempeñamos, puesto que estaríamos ante una gran contradicción.
'Pórtate bien', 'sé bueno', 'no hagas eso'...son
frases que solemos decir o escuchar cuando se trata de corregir o enseñar a los
niños, sin embargo, ¿qué significa exactamente ser bueno? Es preferible
enseñarle a nuestros hijos acciones concretas, como por ejemplo, 'no digas
palabrotas', que aquellos límites que no están completamente claros, les
facilitará bastante la comprensión.
Firmeza en
nuestras decisiones
Podemos equivocarnos en muchas de las decisiones que
tomamos diariamente acerca de la vida de nuestros hijos, somos personas y es
algo que no puede evitarse. Por eso, es normal que dudemos, ocasionalmente,
sobre qué debemos hacer. Sin embargo, cuando se trate de establecer límites
claros que nuestros hijos están incumpliendo y sabemos qué no podemos permitir,
la firmeza debe ser imprescindible.
Los límites se aplican mejor con un tono seguro, sin
gritos y con un gesto serio. Si suavizamos los límites daremos la oportunidad a
nuestros hijos de pensar que tienen la opción de obedecer o no. A pesar de la
necesidad de firmeza, debemos saber que no implica una autoridad extrema ni
mucho menos, simplemente la necesidad de no cambiar de no dejarnos llevar por
la dulzura de los niños cuando necesitan un castigo o una pequeña regañina.
Explica el
por qué y premia lo positivo
Los límites no significan únicamente castigar o
regañar cuando nuestros hijos se portan mal. Probablemente, habréis escuchado
alguna vez a algún padre decirles a sus hijos 'porque lo digo yo y punto'. Esta
es una de las peores frases que podéis decir cuando estéis enfadados. Es
necesario que nuestros hijos conozcan el por qué de sus límites porque si no lo
entienden no los van a cumplir.
Además, no sólo debemos estar pendientes de todo lo
negativo. Los niños son más receptivos a hacer lo que se les pide si se les
refuerza con algo positivo. Por ello, es preferible decirle a los niños qué es
lo que deben hacer antes de lo que no deben hacer, para evitar que piensen que
siempre hacen todo mal. Así, aseguraremos muchos de sus correctos
comportamientos futuros.
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